Comienza el entre-telón de una vida sin contemplación,
ya que león blanco actuó sin medir su acción.
Observó él a una mujer sin igual y su mente quiso actuar.
Queriendo ser un heraldo escribió letras de pasión,
y la destinataria le entregó una amarga desilusión.
Argumentó su acción enmarcada en la buena fe;
no obstante es sabida su incansable inmadurez.
Escribió, entonces, letras en una misiva,
camuflada en las horas “pascueras” de algarabía.
El desplazamiento temporal realizó su trabajo
y cuando fue el momento, recibió el portazo.
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